En esta nueva conmemoración del 11 de septiembre, les compartimos la historia detrás de Vino del mar (2022) un textil que rememora a Marta Ugarte (1934 – 1976), profesora chilena torturada y asesinada por agentes de la dictadura cívico militar, y cuyo cuerpo fue hallado en Playa La Ballena, cerca de Los Molles.
La obra fue creada por la hermana de la profesora desaparecida, Hilda Ugarte Román, junto a sus sobrinas Katia Tara Ugarte, Paulina Tara Ugarte, Ninoska Tara Ugarte y Valentina Tara, hijas de Berta Ugarte Román, ex-presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos.
“La memoria es imborrable, es invaluable. No tiene un valor económico, pero sí emocional e histórico para el país y para nosotras. Por su inteligencia y educación nuestra tía en fotos antiguas era la única mujer entre hombres. En un contexto de patriarcado acérrimo, ella lo logró. Era una mujer adelantada a su época absolutamente. Para este proyecto tuvimos acuerdos y discusiones, como en toda familia, pero llegamos a un consenso. En la obra está el mar y la tierra; cómo el mar toma a mi tía y cómo el mar la devuelve. Eso es lo que quisimos mostrar a través de los nudos y los colores”, comparte Paulina Tara, sobrina de Marta Ugarte.
Vino del mar (2022) está instalada en el segundo piso del MSSA como parte de la recién inaugurada exposición “VALLE DE CHILI: Ecopolítica e imaginarios locales”, curada por Jocelyn A. Muñoz, una reflexión etnográfica y multidisciplinaria sobre las diversas capas de sentido que constituyen a la región de Aconcagua, en la zona central de Chile. El textil comparte sala con la pieza ¿Y en ese mar tranquilo te bañas? (2022), realizado por el colectivo Bordadoras por la Memoria de Valparaíso, quienes también recuerdan a Marta en su obra: un lienzo de tela de grandes dimensiones.
“Cada una de ellas también tiene una historia familiar vinculada a detenidos/as desaparecidos/as, presos/as políticos/as, ejecutado/as… Además estaban expectantes, porque no conocían a mi tía Nana ni a mi mamá, pero sí algunas de ellas conocieron a mi tía Tita (Marta), porque en esa época participaban de La Jota (JJ.CC). Para ellas fue super emocionante estar presentes y conocernos como familia. Mi mamá falleció en 2020 y durante muchos años participó en la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, por tanto fue un encuentro muy especial y significativo”, cuenta Paulina.
Marta Lidia Ugarte Román nació un 29 de julio de 1934 en Santiago. Durante el gobierno de Salvador Allende, además de dedicarse a la pedagogía, fue modista, integrante del Comité Central del Partido Comunista de Chile, secretaria de la diputada Mireya Baltra, Encargada Nacional de Educación del PC y jefa provincial en Santiago de la Junta de Abastecimientos y Precios (JAP) de DIRINCO.
Fue detenida forzosamente por agentes del Estado el 9 de agosto de 1976 y hecha desaparecer. Según testigos, permaneció recluída en “La Torre”, sitio de represión en el centro de tortura y ahora lugar de memoria, Villa Grimaldi. Su cadáver fue arrojado al mar por la DINA, y el 12 de septiembre del mismo año su cuerpo fue hallado con graves lesiones, según la autopsia.
“A mi hermana no tenían de qué acusarla. Pienso que ser parte de un partido político no es razón para matar a una persona”, dice Hilda Ugarte. “Mientras tejíamos este textil iban cambiando nuestros estados de ánimo. No fue fácil, porque reflotaron todos los recuerdos. Cuando pasó lo de Marta yo tenía 39 años. Durante ese período, cuando la andábamos buscando, porque no estábamos seguras de si estaba detenida o no, a las 3 de la mañana sentíamos que llamaban por teléfono y ponían a una mujer que se quejaba, de fondo una música, un tango… “Late un corazón”, y de ambiente una bulla de hombres tomando. Después concluímos que eran los sonidos de su tortura. Maldad”, recuerda Hilda.
“Con mis hermanas y con mi tía nos reunimos a trabajar y nos costó harto igual. Pienso que el textil a simple vista logra mostrar bien lo que quisimos expresar, y ojalá que mi tía y mi madre nos estén viendo desde arriba, como decimos nosotras. Mi tía Marta dio su vida por una ideología, era una persona muy especial; no era como cualquier mujer. Por algo llegó donde estaba, por algo le pasó lo que le pasó. Por algo se ensañaron con ella”, comparte Katia Tara, una de las sobrinas.
“Quedamos nosotras para poder dejar un legado de ella, y no solamente de ella, sino de algo familiar. De nosotras como mujeres, de mi madre que trabajó mucho, de mi tía que está presente aún. Esto no se va a olvidar nunca”, concluye.