El Museo de la Solidaridad, que da nombre a este periodo, recibió entre 1971 y 1973 obras donadas por los artistas del mundo para el pueblo de Chile en apoyo a la “vía chilena al socialismo” liderada por el presidente Salvador Allende. Las donaciones llegaron a través de envíos coordinados por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, desde distintos países como México, España, Francia y Argentina, entre otros. Del conjunto inicial contamos en la actualidad con 717 obras, en su mayoría grabados y pinturas, como también esculturas, dibujos, collages, fotografías y textiles, realizados principalmente a fines de la década de los sesenta y entre 1970 y 1971.
La convocatoria y selección de piezas estuvo a cargo de los miembros del Comité Internacional de Solidaridad Artística con Chile (CISAC), integrada por artistas, críticos de arte e intelectuales de Europa y América, y presidida por el destacado crítico de arte brasileño exiliado en Chile, Mário Pedrosa.
Obras emblemáticas de connotados artistas como Joan Miró, Frank Stella, Alexander Calder, Lygia Clark, Roberto Matta y Joaquín Torres-García, dan cuenta del carácter moderno y experimental que proyectaba ser el museo y la connotación utópico-revolucionaria que tuvo su fundación en el contexto político-cultural que lo sustentó.
La administración del museo se alojó en el Instituto de Arte Latinoamericano (IAL) de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, el cual operaría su gestión hasta que éste se estableciese como una identidad autónoma, con sede y personalidad jurídica propia, lo que no alcanzó a suceder en esta etapa. Su primera exposición se inauguró el 17 de mayo de 1972 en el Museo de Arte Contemporáneo de la misma casa de estudios, en el edificio Partenón de la Quinta Normal.
El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 marca el fin de esta etapa del museo tras el forzado exilio de los integrantes y fundadores del proyecto. La mayoría de las obras se mantuvieron guardadas clandestinamente en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, otras ingresaron al inventario del Museo Nacional de Bellas Artes, y de otras tantas se desconoce su paradero, pues se encontraban en tránsito de ingreso al país.