Con más de 100 kilos y midiendo tres por seis metros , Isfahan III de Frank Stella fue desmontada y trasladada a depósito en un complejo operativo que movilizó al equipo de Colección, Exposiciones y montajistas especializados, marcando así un nuevo capítulo en la historia de esta obra donada en 1972.
Desmontar una obra de gran formato y trasladarla a su depósito a través de una rampa pasando por una ventana de la sala de exposiciones, es un desafío que exige precisión, experiencia y coordinación. La planificación y coordinación previa fueron factores claves para que el desmontaje de la obra Isfahan III, parte de la serie Protractor del artista estadounidense Frank Stella, fuera un éxito el pasado 29 de agosto. Los 100 kilos y tres por seis metros del lienzo fueron movidos en un gesto cuidadosamente planeado para proteger tanto la integridad de la pieza como la historia que contiene.
La obra se mantuvo exhibida en el Museo desde 2023, siendo parte importante de las exposiciones de la Colección, CUERPOESCULTURA: la memoria desde la urgencia del presente, curada por Caroll Yasky y Daniela Berger, y Las ideas felices son así, curada por el equipo MSSA; destacando por su color, escala y formas curvas.
La coordinación del desmontaje y su traslado al depósito fue liderado por la jefa de conservación del Museo, Camila Rodríguez, quien realizó esta acción por tercera vez. Para ello consideró los distintos factores de la ruta y la necesidad de descanso de los montajistas al cargar una obra de gran tamaño. El proceso, en tanto, contó con la participación del equipo de Exposiciones del Museo y montajistas externos que ya tenían experiencia moviendo esta importante pieza.
Un gran desafío
Con los andamios preparados, Camila Rodríguez junto a los conservadores Giselle Arias y Benjamín Rojas, revisaron el estado de la obra y posteriormente le realizaron conservación preventiva previo a su embalaje y traslado al depósito.
Luego, desmontaron la obra del muro para ponerle topes en la parte inferior central del bastidor y cuatro escudetes equidistantes diseñados especialmente para manipular la obra de manera que cada montajista cargara un máximo de 25 kilos. Finalmente, la obra fue cubierta con una funda de tyvek diseñada a la medida para su protección durante el trayecto y almacenaje permanente en el depósito..
Y así comenzó el movimiento. La obra, al ser de gran formato, tuvo que ser trasladada por una salida alternativa, una ventana especialmente diseñada para la pieza cuando se remodeló la casa para albergar el Museo.
“La coordinación fue fundamental para que todos tuvieran claros sus roles. Aprendimos de experiencias anteriores: como la obra es tan alta, tiene un efecto de vela que podría hacerla pandear. Por eso revisamos cada detalle del trayecto, desde la poda de árboles, implementos en el camino, hasta la seguridad y estabilidad de la rampa”, comenta Camila Rodríguez. Y agrega: “Este movimiento debían hacerlo montajistas que conocen bien la pieza y que idealmente hubiesen participado en el Proyecto Stella. Por eso escogimos a un equipo que ya había manipulado este bastidor y conocía bien el nuevo sistema de la tensión elástica aplicado a la obra”.
Alfredo Fernández, uno de los montajistas a cargo del traslado, asegura que mover una pieza de gran formato siempre requiere de “un estudio previo en donde se abordan todas las eventualidades, desde la logística física del emplazamiento, los factores físicos y su manipulación, dejando el menor margen posible para errores o factores imponderables”. Esta fue su segunda vez moviendo la obra y considera que siempre es un desafío lleno de aprendizaje: “Me encanta trabajar en conservación y manipulación de obras, sobre todo con piezas de esta envergadura y trascendencia. La actitud de la conservadora Camila Rodríguez es pedagógica lo que aporta un resultado positivo a la difusión de una colección tan bien razonada como la de este museo”, dice Alfredo.
Una importante obra de la Colección MSSA
Isfahan III llegó al Museo gracias a las gestiones de la crítica de arte Dore Ashton, quien en 1972, coordinó la donación de artistas estadounidenses al Museo de la Solidaridad, entre ellos Frank Stella. Desde entonces, se ha convertido en una de las diez obras más relevantes de la Colección.
La obra, de grandes dimensiones y forma irregular, llegó a Santiago en 1972, y fue exhibida por primera vez en Chile el año siguiente, en la segunda muestra del Museo de la Solidaridad realizada en el MAC de Quinta Normal. Después del golpe, y durante la dictadura, la obra fue guardada sin su bastidor en el edificio del Museo de Arte Contemporáneo en Parque Forestal, doblada y olvidada.
El lienzo fue encontrado en 1991, tras la vuelta a la democracia, durante el proceso de recuperación de las piezas donadas al Museo de la Solidaridad, y fue exhibida a público en un bastidor provisorio, ese mismo año, en la muestra de reinauguración del MSSA en Chile, realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Debido a la relevancia de esta obra, y a la pérdida de su bastidor original en dictadura, entre 2019 el MSSA desarrolló el Proyecto Stella de restauración estructural de la obra, que consideraba, el diseño y construcción de un nuevo bastidor, con el apoyo de la Fundación Getty y su iniciativa Conserving Canvas, el que finalizó exitosamente en 2022 y en el cual participaron especialistas nacionales y extranjeros.
Agradecemos el profesionalismo del equipo MSSA por el cuidado con esta obra que es patrimonio de todas y todos los chilenos. Más información del Proyecto Stella en: https://www.mssa.cl/proyecto-stella/