Un grupo de 18 niños y niñas del Jardín Zona de Niños fue parte de las actividades que el Museo de la Solidaridad Salvador Allende realizó para la Semana de la Educación Artística, promoviendo la conexión entre el arte y la naturaleza para las primeras infancias.

Para celebrar la Semana de la Educación Artística, el pasado jueves 16 de mayo, el Museo de la Solidaridad Salvador Allende realizó el taller “Tonos movedizos y vibrantes en los pichikeche” para los niños y niñas del Jardín Zona de Niños, ubicado a unas cuadras del Museo. 

La actividad tuvo dos bloques, uno en el Museo y otro en el Jardín, y fue guiada por la poeta y educadora Marjorie Huaiqui, quien recibió a los niños e hizo un recorrido narrado por algunas obras de la exposición Fugas de lo nuestro. Visualidades indígenas de sur a norte, curada por Cristian Vargas Paillahueque.

La mediación se centró en la estética de las obras y sus formas, especialmente en las relaciones que existen entre el color y la naturaleza. Esto permitió conectar la educación artística con el desarrollo propio en etapa preescolar, estimulando sentidos asociados a la audición, la visión y lo táctil a partir de la observación y la escucha de relatos sobre obras de artes, y la creación colectiva a partir de la experimentación con materiales textiles. 

“Como MSSA, habíamos comenzado una línea de trabajo con primeras infancias que se vio interrumpida por la pandemia. Este año, quisimos retomar este desafío, relacionándolo la celebración de la Semana de la Educación Artística y, al mismo tiempo, a nuestro permanente objetivo de vinculación con el territorio y todas sus comunidades. El trabajo colaborativo entre el Jardín Zona de Niños, Marjorie Huaqui y el Museo, dieron como resultado una gran experiencia para todes”, comenta Macarena Goldenberg, coordinadora del área de Programas Públicos. 

Por su parte, Marjorie Huaiqui cuenta: “Este taller es el resultado de un trabajo de meses junto al equipo de Programas Públicos. Apliqué mi experiencia en pedagogía Waldorf, en la que se tiene muy claro qué se puede hacer con respecto a los movimientos y a las experiencias artísticas adecuadas para cada etapa de la infancia. Consideramos que la narración y la poesía eran muy adecuadas para trabajar en torno a estas obras, aprovechando así su riqueza conceptual y estética para hablar sobre la naturaleza y el color”.

Conexión sensorial con obras de Fugas de lo nuestro 

Los 18 niños llegaron al Museo tomados de la mano y respondieron con un ansioso “¡Sí!” al ser consultados si les gustaba el arte. Recibieron un distintivo de color y con curiosidad observaron una pelota textil que Marjorie tenía en sus manos. La pelota se fue desarmando poco a poco dejando ver su gran longitud. Los niños se fueron sujetando del textil para entrar al Museo y, mientras avanzaban, se les fue contando la importancia del caminar humano para formar los senderos que están en la naturaleza. 

En este primer bloque, los niños conectaron con tres obras de Fugas de lo nuestro,  como una forma de estimulación para el proceso de creación colectiva que se desarrolló posteriormente en el Jardín Zona de Niños. 

La primera parada fue en Tabla Apaykuy y las delicias de la Villa (2019 / 2024), obra de la artista Venuca Evanán, donde Marjorie contó sobre la vida de los pueblos andinos en torno al sol y enseñó el poema “Padre/madre sol”, el cual fue recitado al unísono por los niños quienes luego jugaron con un gran ponpon amarillo que asemejaba al sol de la obra.

Siguiendo el recorrido, el grupo se detuvo a mirar la obra Pewen (2024) del artista Pablo Lincura, y una araucaria de cartón que estaba a su lado. A partir de esta pintura Marjorie les contó sobre la vida de niños pehuenches que viven en torno a las araucarias haciendo actividades relacionadas a la naturaleza, la veranada y la nieve. Los niños, interesados, tocaron la araucaria e hicieron preguntas para aprender más sobre este árbol nativo.

La última parada fue frente a la obra Llamado ancestral (2020), de la artista Marilyn Boror. Marjorie demostró cómo suenan las ocarinas, similares a las que están dispuestas en la pared y contó cómo en las comunidades maya kaqchikel los niños escuchan los pájaros desde que son muy pequeños y pueden silbar e imitar sus sonidos. Luego de escuchar la historia, cada niño recibió una ocarina, y emocionados las hicieron sonar. 

MSSA en Zona de Niños

Para la segunda parte del taller, Macarena Goldenberg, junto con Marjorie, se dirigieron al jardín donde fueron recibidas por las parvularias y los niños. Con entusiasmo, los niños salieron al patio y formaron un círculo.

Esta instancia fue pensada para que, colectivamente, a partir del juego, el ritmo, la repetición y la narración, se hiciera un trenzado con textiles de diversos colores, el cual resultaría en una obra de arte que pudiera ser ubicada en su jardín. 

Para ello Marjorie les narró cómo el Purrum –danza tradicional mapuche–, surge a partir del amor que las personas sienten por la tierra. Así, paso a paso, los niños y niñas sigueron los movimientos con sus pies, de un modo similar a los árboles y el contacto con sus raíces.

Luego, al ritmo de la pifilka, cada uno recibió su textil e hicieron un movimiento circular junto a la danza del purrum, que logró un trenzado simple con todos los textiles. Al terminar, los niños sentados observaron el árbol que armaron junto a sus movimientos y trenzados. 

“Fue una actividad muy buena, maravillosa, inclusiva y adecuada para la edad de los niños y niñas. Estaban muy contentos y lo aprendido hoy les hará mucho sentido cuando veamos el tema de los pueblos originarios. Para ellos fue todo una experiencia, desde el camino al museo, hasta la narración sobre los senderos y lo aprendido sobre las obras. Estamos super agradecidas y esperamos poder tener más actividades junto al Museo”, dice Paulina Orellana Vásquez, Coordinadora Unidad Técnico Pedagógica UTP del Jardín Zona de Niños, quien acompañó a los niños en el recorrido. 

Agradecemos tanto a los niños como al equipo de profesionales del Jardín Zona de Niños por ser parte de esta actividad y esperamos, a partir de esta experiencia, generar como Museo más instancias participativas para primeras infancias. 

 

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