¿Cuántos relatos y voces pueden resonar entre los muros de una casa? Este 2025, la emblemática casona cumple cien años. Ha sido hogar, epicentro cultural, espacio de espionaje y, desde 2006, sede del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Conoce aquí su historia. 

Fue en 1925 que el empresario de origen belga, Amadeo Heiremans, encargó la construcción del Palacio Heiremans a dos conocidos arquitectos chilenos, Fernando Valdivieso y Fernando de la Cruz. El recinto está ubicado en el Barrio República, uno de los barrios tradicionales con mayor riqueza arquitectónica e histórica, declarado en 1992 zona típica de Chile por el Consejo de Monumentos Nacionales. 

Para su construcción se trajeron desde Europa los materiales y adornos: parquet, boisserie, géneros de muros, cortinas, tapices, vitraux para todas las ventanas, cerrajería y muebles.  Tenía una superficie de 1.500 metros cuadrados distribuidos en cuatro niveles y la fachada se caracteriza por la espadaña y el juego de ladrillos en las esquinas imitando cantería ensamblada. 

En la casa vivía Amadeo Heiremans, su esposa y sus hijos. Tras su muerte en 1941, la casa se vendió a la Embajada de España y conservó su condición diplomática hasta 1967.

Epicentro de la vanguardia artística y literaria

En 1967 el palacio fue adquirido por la Universidad de Chile, que instaló allí el Departamento de Estudios Humanísticos. Bajo la dirección del escritor Cristián Huneeus, el espacio se convirtió en el epicentro de la vanguardia artística y literaria del país, y enclave de resistencia contracultural a la dictadura, con destacados docentes como Nicanor Parra, Ronald Kay y Jorge Guzmán.

Registro Seminario La Tentativa

Durante la dictadura diversas facultades fueron cerradas, ante lo que el Departamento se transformó en un espacio de contracultura alternativo, y en un espacio de educación experimental que unía teoría y práctica. Un ejemplo fue el Seminario Tentativa que contó con la participación del poeta Raúl Zurita y la artista Catalina Parra. En ese contexto, Zurita realizó una acción en la caja escalera del edificio, dibujando unas alas que luego fueron cubiertas con pintura.

En ese período, además, el Departamento implementó un área de edición e instaló una máquina de imprenta en sus dependencias. El espacio se prestaba para la impresión de catálogos y libros, entre los que destacan Linh y Pompier (1977) del escritor y crítico Enrique Lihn, y Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977) de Nicanor Parra.

La sombra del espionaje

La historia de este emblemático lugar tomó un drástico giro en 1978. La casa se convirtió en un centro de operaciones de la Central Nacional de Informaciones (CNI), organismo de represión estatal, persecución, asesinato y desaparición de opositores políticos durante la dictadura militar en Chile. 

En el sótano la CNI instaló un sistema de espionaje telefónico, muy bien resguardado. La puerta exterior de la casa estaba reforzada con placas metálicas y guardias armados que vigilaban día y noche.

Un presente de arte y resistencia 

En 2004 la Fundación Salvador Allende adquirió la casa que había sido recuperada por el Estado, la que se entregó, en parte, a la Fundación Arte y Solidaridad en contrato de comodato desde el 2006, y en arriendo desde el 2017 para la instalación del Museo.

Durante las obras de restauración, dirigidas por el arquitecto y Premio Nacional Miguel Lawner junto a Marco Vidal, se removió un falso techo en el ático. Desde él cayeron cientos de papeles y documentos que revelaban seguimientos realizados por la CNI, organigramas institucionales y memorandos internos. Todo el material fue entregado a la justicia y actualmente se encuentra en los archivos de Londres 38.

Hoy, en el Palacio Heiremans funciona el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, hogar de una de las colecciones de arte moderno y contemporáneo más importantes de América Latina. Las obras, las exposiciones y los públicos que lo visitan lo han transformado en un lugar donde el arte, la política, la memoria, la creatividad y la participación activa conviven día a día.

Un siglo después, la casa sigue haciendo historia. 

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