En este artículo, Camila Rodríguez y Elisa Díaz, conservadoras MSSA, relatan los principales desafíos del tratamiento de la obra de Frank Stella, realizado en el marco del proyecto Stella.
Pensar en la conservación de obras modernas y contemporáneas siempre es un desafío pues implica reflexionar en metodologías de trabajo que son de gran complejidad producto de la diversidad de materiales y técnicas -cada vez menos convencionales- empleadas por los artistas, lo que se traduce en obras cuya materia, forma y contenido son comunicadores de un mensaje. Este panorama obliga al conservador a abrirse a las distintas necesidades materiales y dialécticas de los artistas, para entablar con ellos un diálogo que apunte a comprender los desafíos que plantean sus obras.
Proyecto Stella ha tenido como principal objetivo diseñar y construir un nuevo bastidor para la obra de gran formato Isfahan III del artista norteamericano Frank Stella, ya que su bastidor original se perdió después del golpe de Estado de 1973 y los dos bastidores que ha tenido desde inicios de la década de los 90, no cumplen con las dimensiones del original y son deficientes en términos estructurales. Por un lado, eran pesados y poco estables; por otro, no cumplían con el tamaño ni la profundidad de los bastidores originales de Stella.
Este proyecto –desarrollado en conjunto con Josefina López, conservadora en pintura, directora de Conservarts– se ha orientado hacia la búsqueda de un tratamiento adecuado y acorde a la naturaleza de la obra. La particularidad de esta pintura y lo que la hace compleja en términos de conservación estructural, es su gran tamaño (304 x 610 cm) y su forma irregular, curva en varias zonas. Por ello, junto con el diseño del nuevo bastidor se tuvo que pensar en diversas estrategias técnicas para localizar la distribución de las tensiones en la tela, dilucidar las zonas estructurales donde se ejerce mayor fuerza y conocer el comportamiento físico de la tela sobre esta forma irregular, en vistas de resolver las deficiencias de los bastidores anteriores.
Para lograr lo anterior fue fundamental la participación de un grupo interdisciplinario de profesionales quienes aportaron en un diálogo activo desde sus distintas experticias para concluir con éxito este proyecto y los desafíos que se fueron presentando. Entre ellos hubo conservadores científico-químicos, otros especializados en pintura y textil, artistas, especialistas en madera y sistemas de montaje, historiadores del arte, ingenieros y arquitectos.
Leer más sobre los participantes del proyecto en este enlace.
Innovación para el futuro
Los estudios de tensión de la tela fueron desarrollados por el asesor del proyecto, Antonio Iaccarino Idelson, conservador en pintura, especialista en bastidores y sistemas de tensión, quien trabajó junto al ingeniero Luca Fattore, desde Italia, para poder aclarar por medio de una simulación digital del análisis de elementos finitos (FEA) los diferentes estados del sistema de tensión continua para el montaje de Isfahan III. Esto consideró la realización de un mapeo digital con medidas precisas para detectar las zonas y puntos críticos de esta forma tan particular, permitiendo formular posibles soluciones para un tensado adecuado de la pintura.
El nuevo bastidor, construido en el marco de este proyecto, cumple con los objetivos tanto técnicos como formales planteados por el equipo de profesionales del Proyecto Stella: ser más liviano que el anterior, estructuralmente más rígido y estable, y desarmable en cuatro partes como el original (lo que permitirá futuras itinerancias de la obra). Además buscó recuperar el tamaño y la profundidad original de la pieza -tres pulgadas- lo que responde al concepto de construcción pictórica que el artista venía desarrollando en otras series de los años sesenta. El bastidor para Stella deja de ser sólo una estructura funcional que soporta la tela, pasando a ser parte de la composición estética de la obra ya que visualmente “despega” la pintura del muro y le otorga un carácter volumétrico.
Para responder a estas necesidades se diseñó un bastidor cuya construcción se realizó mediante tecnología de corte router CNC y cuya materialidad está formada por capas de madera terciada por fuera y madera de balsa calada en el interior, para estructurar y aminorar su peso. Su diseño distribuye las fuerzas de forma pareja y refuerza los puntos críticos de tensión que tenían los bastidores anteriores. Las cuatro secciones del bastidor se unen mediante rígidas pero livianas placas de fibra de carbono. Asimismo, se agregaron traseras desmontables de policarbonato para evitar agentes contaminantes y disminuir la vibración de la tela.
Previo a la construcción del nuevo bastidor se realizaron análisis científicos a la capa pictórica de Isfahan III para conocer la composición de los materiales empleados y su adhesión a la tela. También se realizó una limpieza superficial del reverso del soporte y tratamientos localizados principalmente por el contorno: remoción de antiguos parches y consolidación de fibras debilitadas y agujeros producidos por grapas y/o tachuelas.
Otra decisión tomada por el equipo de conservación del proyecto, fue aplicar el sistema de tensión elástica a la tela, un procedimiento innovador que permite montar la tela por medio de tensores elásticos, liberándola de una sujeción rígida al bastidor lo que permite su acomodo libre a los cambios climáticos sin estresarse ni producir tensiones innecesarias. Este nuevo sistema evita deformaciones en el soporte, pérdidas del plano y anula la posibilidad de que se produzcan rasgados en la tela por la aplicación de grapas o tachuelas.
Desde diciembre 2019 la obra se ha adaptado de manera exitosa a su nuevo sistema de tensión y está siendo monitoreada para visualizar su comportamiento frente a cambios climáticos por medio de tres sensores de desplazamiento ubicados en puntos estratégicos del bastidor que van conectados a un datalogger que registra las variaciones percibidas. Esto permite detectar cuantitativamente la sensibilidad de respuesta de la tela frente a la humedad relativa y ayuda a determinar posibles ajustes de tensión en relación a las condiciones ambientales en que se encuentra la obra.