El Manifiesto de Lautaro Labbé

El jueves 21 se inauguró en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende la primera exposición que conmemora los 40 años del Golpe de Estado: Activación de la Memoria, compuesta por cuatro microexposiciones: Itinerancia Fallida, de Guillermo Núñez, Atentado al Arte, con las obras quemadas en un ataque incendiario a la Galería Paulina Waugh, en 1977; Bordadoras de la Vida y de la Muerte, con arpilleras de la Vicaría de la Solidaridad y, ocupando todo el hall del Segundo Piso, Lautaro Labbé.

El MSSA expone el trabajo de Labbé, un escultor autodidacta, cuya obra merece destacarse dentro de la historia del arte chileno.

Para su inauguración, Lautaro Labbé compartió este texto, que aquí reproducimos:

Mi única retrospectiva posible…

Agradecer al colectivo humano del Museo de la Solidaridad Salvador Allende -Dirección, Profesionales y Personal- su fraternal acogida y la gran labor que posibilitó este digno montaje de mi obra.

No obstante, esta generosa invitación, que pone en jaque mi convicción socialista de ser trabajador cultural más que artista -dada su temática contingente- me exige transparentar mi posición ante Uds. y en especial ante quienes pusieron su confianza colectiva en mis públicas utopías.

Después de 20 años de estar coordinando creaciones colectivas, esta es primera y última vez que muestro obra personal,  por lo que ella per se constituye mi única Retrospectiva posible de realizar vista la mínima obra propia que ha sobrevivido y envejecido junto a mí.[1]

Claro, costo de mi temprano haber privilegiado el valor de uso de la obra -goce del proceso creativo- y no su valor de cambio o plusvalía. A ello sumo mi muy reprochable papel de padre, resultante del eterno conflicto entre un tener que ser práctico con los pies sobre la tierra y un ser que privilegia el vuelo para ¡rozar siquiera! su utopía. Cual es, continuar  aportando a un nuevo paradigma de Sociedad Justa y Solidaria, sin olvidar el compromiso con las mayorías violentadas por la desigualdad.

Tengo 83 años y cierro el círculo de una vida ascética, plena y realizada. Que esta muestra vaya al inicio de un programa reivindicando a quienes aportaron lo suyo por instaurar una real democracia -en esta oportunidad desde la resistencia cultural- que ella se realice a 40 años del golpe  militar y en lugar tan simbólico como este  Museo, con el nombre del compañero presidente Salvador Allende -la -primera víctima del ‘73-  es para nosotros, el más valioso reconocimiento, jamás imaginado. El que he aceptado agradecido, aclarando que solo lo recibo -como uno de los  miles de Trabajadores Culturales y Artistas chilenos a quienes me debo- ayer organizados en el CGA, Coordinador de Gremios del Arte, que en momentos decisivos me honraron al elegirme -entre otras instancias democráticas- como su vocero y representante ante el Concejo de la Asamblea de la Civilidad cargo que desempeñé hasta mi renuncia el ‘96

Quiero compartir con Uds. un atingente recuerdo de hace 40 años:

Aquel septiembre  en que no hubo primavera, ejercía como profesor en la “U” de Chile y director del MAC , su museo de arte contemporáneo, en el “partenón” de la quinta normal. A pesar de un golpe ya anunciado, en aquel  modesto espacio florecían esperanzas y se fortalecían espíritus con tanta belleza y maestría que lo colmaba. pero –la verdad sea dicha- era la Solidaridad del mundo, la que todo lo ennoblecía.  Porque aquel septiembre del ‘73 se celebraba el III año del Gobierno Popular y por segunda vez se exhibían allí las obras que constituyen el invaluable patrimonio cultural del MSSA que hoy nos convoca -inédito en su género- ya que es fruto de la solidaria donación de los artistas del mundo al pueblo de chile y su gobierno. Por tal razón, el acto central sería en los patios de la hermana y vecina “Ute”  y toda la facultad -ese día 11- se había comprometido a celebrarlo, pintando sobre  paneles, un mural des-armable  y luego itinerante , de  25 mts. de largo x  3 mts. de alto,  trato que no cumplir…Bien Sabemos la  causa, ya que  desde entonces esa fiesta de vida y esperanzas que vivió el Chile profundo, devino en  cesantía, exilio, tortura y muerte.

Sin duda, que la historia chilena y la vida de nuestro pueblo, cambiaron bajo mano militar. Solo en la Facultad, más de un centenar de profesores fuimos víctimas de cobardes denuncias escritas y el  artero soplonaje de colegas -nombres que omito por vergüenza ajena- que “colaboraron” con las autoridades y con el fiscal militar  de  turno,  que nos sumarió y condenó a la cesantía:  entonces la “pena mínima” .para todo opositor. En diciembre del mismo año,  renuncio “voluntariamente” sin  haberse comprobado ninguna de las denuncias.

Lautaro Labbé

21 Marzo 2013