Entrevista a Dámaso Rabanal, Coordinador de Investigación y Posgrado, y Wolfgang Bongers, Director de Investigación y Posgrado, de la Facultad de Letras en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Una introducción al debate sobre memoria, Derechos Humanos y artes visuales.

 

¿Por qué es importante discutir la relación Memoria-DDHH con Identidades, géneros y sexualidades?

Principalmente por dos razones: primero, y lo más urgente, porque existen personas en nuestro país que vivieron y viven en un escenario de violencia permanente que son invisibilizados y olvidados por los discursos oficiales y que en muchos casos tienen como resultado la muerte; y segundo, porque la historia oficial ha tendido a construir una memoria donde las disidencias tienen baja o nula participación. Existe una historia que opera funcional y disciplinarmente en la formación de lxs ciudadanxs, dejando fuera otras versiones de la historia que no cuentan con la relevancia suficiente para ingresar, por ejemplo, a los diseños curriculares nacionales. Esas otras historias que también son nuestra historia, es necesario conocerlas para constituirnos como ciudadanos y formar colectividad empoderada de nuestro pasado, participar de nuestro presente y decidir lo que esperamos vivenciar en el futuro.

¿Podemos eludir la conversación entorno a la violencia de género naturalizada en nuestro país cuando tenemos, por ejemplo, una pareja homosexual en el sur de Chile que fue quemada con agua caliente en su casa, o una mujer como Nábila Riffo agredida públicamente, o una pareja de jóvenes lesbianas atacada para el 14 de febrero que dejó a una de ellas con fracturas en el cuerpo, o las mujeres que viven violencia obstétrica por diferentes razones o que ganan menos sueldo frente a igual trabajo que sus colegas varones, o, finalmente, cuando tenemos jóvenes trans que optan por suicidarse como consecuencia de la violencia cotidiana? Considerando estos y muchos otros casos, creemos que estos Debates Públicos por la Memoria y Los Derechos Humanos con énfasis en identidades, géneros y sexualidades son una urgencia.

 

El debate habla de los desafíos actuales en temas de «Identidades, géneros y sexualidades», ¿desde dónde comienza la observación en términos históricos para llegar a esa evaluación de la actualidad?
Históricamente, las versiones hegemónicas de la historia oficial han permeado las trayectorias educativas de lxs ciudadanxs en nuestro país. De esta manera, se han pensado e implementado diseños sociales y políticos desde concepciones binarias, patriarcales y heteronormadas. Estas formas de pensar, heredadas durante los años, han instalado versiones de un mundo binario para nuestra sociedad consideradas legítimas e inalterables, algo que debería parecernos por lo menos sospechoso, pues ya sabemos que es bastante cómodo –desde una lectura política por ejemplo– que el binarismo es utilitario para controlar cuerpos, subjetividades y colectividades, haciendo más simple la impronta clasificatoria sobre las personas. Así, a menor diversidad, más fácil controlar.
Esta es una realidad que nos acompaña hasta nuestros días, sin embargo, así como hemos sido herederos de ciertos catálogos históricos, también han aparecido frente a ellos los discursos culturales y de algunas comunidades tradicionalmente minorizadas, que han puesto el cuerpo y la voz para disentir de esa construcción de la historia y denunciar que esas realidades no son ciertas y/o que no dan cuenta de lo que realmente acontece en la organización social de nuestro país. Es decir, este lugar político de la disidencia, de la otra historia, declara precisamente que somos sujetxs identitaria y genéricamente diferentes y que desde esa diferencia nos constituimos como colectividad nacional heterogénea donde cada unx debe ser un sujetx legítimo. Borronear la heteronorma es un acto político por los Derechos Humanos.
Si pensamos en algunos años atrás, situaciones como el asesinato de Daniel Zamudio, el caso Atala contra el Estado de Chile, por considerar dos hechos entre tantos otros que suceden cotidianamente, dejan en evidencia la incapacidad que se ha tenido para pensar políticas de género y Derechos Humanos en Chile.
Existen diferentes personas y organizaciones que se han preguntado y se preguntan por el lugar que han ocupado en el panorama histórico las preguntas sobre las identidades, géneros y sexualidades. De hecho, la motivación de escribir estos conceptos en plural responde al posicionamiento desde donde nos ubicamos. Pretendemos declarar que estos conceptos son precisamente heterogéneos, amplios y alejados de una concepción unificada, pues no es posible hablar de ‘la’ identidad.
En general por eso pensamos en ‘desafíos’, porque las situaciones que acontecen en términos de esta conversación no están resueltas. Si bien actualmente existen en Chile una Ley Antidiscriminación, una Ley de Identidad de Género, o un Acuerdo de Unión Civil – considerando que se mantienen en discusión la Adopción Homoparental, los Derechos Filiativos y el Matrimonio Igualitario-, es importante volver a tensionar los alcances de estas iniciativas legales y verificar si realmente responden y son funcionales a lo que sucede en la sociedad. Discutir las distancias y cercanías, convergencias y divergencias entre la ley y las personas.

 

¿Desde qué puntos de vista se considera la relación de la memoria con la temática de este debate?
Es totalmente necesario conocer y conversar en torno a los trabajos de la memoria que se han hecho –o no– con respecto a las identidades y géneros. En este sentido, la historiografía oficial ha sido mezquina con respecto a la oficialidad de ciertas memorias o versiones de la historia y consideramos que es fundamental, para pensar los Derechos Humanos en la actualidad, el conocimiento de esas otras historias.
La cultura ha sido quien ha asumido ese lugar de relevamiento de historias no contadas. Pensar en la novela Tengo miedo torero y en algunas crónicas de Pedro Lemebel; o en obras de teatro como La huida de Andrés Pérez; o las escrituras y performances de Claudia Rodríguez; o la performance audivisual You will never be a weye de Sebastián Calfuqueo, evidencian un posicionamiento crítico por dar lugar a historias que no formaron parte de la oficialidad y dan valor al discurso creativo como escenificador de historias y memorias otras.

 

 

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