La monumental obra Ritmo Nº 7 de la artista Myra Landau viajó hasta Ciudad de México para ser parte de la muestra Un arte sin tutela: Salón Independiente en México 1968-1971, que rememora -a 50 años del movimiento estudiantil de 1968- una de las iniciativas más importantes que cambiaron las prácticas artísticas en ese país.
Diseñada bajo la mirada de la curadora del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) Pilar García, la exposición Un arte sin tutela: Salón Independiente en México 1968-1971 propone un trabajo historiográfico que documenta y reconstruye las tres exposiciones que organizó el Salón Independiente, de 1968 a 1971, como un momento clave en el cambio del arte en México.
El Salón Independiente fue una de las iniciativas más importantes que influyeron en las prácticas artísticas contestatarias frente al orden establecido, pues agrupó a artistas de posiciones estéticas y políticas heterogéneas bajo una propuesta experimental que articuló nuevos lenguajes artísticos y exploró soportes no tradicionales, así como nuevas alternativas de consumo del arte escindidas del circuito de galerías.
Justo en ocasión del 50 aniversario del movimiento estudiantil del 68, la exposición de la obra Ritmo Nº 7 de la artista mexicana de origen rumano Myra Landau (1926- 2018), que forma parte del acervo del Museo Solidaridad Salvador Allende en Chile, fue una de las piezas que se presentó en el III Salón Independiente en 1970 en el MUCA (Museo Universitario de Ciencias y Artes). Para esa versión del Salón, se propuso que los artistas crearan las obras en sitio específico, utilizando cartón y papel periódico como una búsqueda de ambientes efímeros y baratos.
Ritmo Nº7 es una obra abstracta de gran formato realizada en técnica mixta sobre madera y es una de las pocas obras de naturaleza efímera que aún existe, por lo que su presencia se volvió en pieza fundamental para la reconstrucción de la historia del Salón Independiente. Para la curadora de la muestra, esta representa un testimonio directo de la radicalidad estética y política del grupo.
Radicada en México desde temprana edad, Myra Landau donó esta obra al Museo de la Solidaridad cuando en Chile aún no se definía el nombre que tendría el museo. Junto al resto de las donaciones mexicanas fue exhibida a fines de 1971 en el Molino de Santo Domingo de la capital en la muestra “1er Envío Mexicano, Museo de Arte Moderno, Santiago de Chile”. José de Rokha, entonces agregado cultural de la embajada de Chile en ese país, fue el coordinador de las donaciones y quien gestionó el traslado del conjunto recaudado a Santiago, entre abril y mayo de 1972.
Una selección de estas donaciones fue incorporado en la muestra inaugural del Museo de la Solidaridad en 1972. La presencia que tuvo el conjunto mexicano y en particular la obra de Landau en Chile, se perfila en la respuesta que Mário Pedrosa, gestor del proyecto, le envió a la artista por carta, tras el reclamo que ella le hiciese por no haber montado su obra de grandes dimensiones a muro: “Tu obra me interesó mucho por su carácter ‘mexicano’ como si fuera un trazado casi arquitectónico recordando las antiguas construcciones y decoraciones de Yucatán. No había un buen espacio para ella, y decidí entonces colocarla horizontal, rodeada de obras típicamente mexicanas. Quedó así en un lugar destacado como un canto de México”.
Myra Landau posteriormente donó otra pintura suya al Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende. “Ritmo continuo”, de 1971, participó en la muestra “MéxicoChile” realizada a mediados de 1977 en el Museo de Arte Moderno de México, bajo la curaduría de Fernando Gamboa.
La exposición Un arte si tutela: Salón Independiente en México 1968-1971 se exhibirá hasta el 24 de marzo de 2019 en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, México.